25 Mar 2022
Autor:
Iván Izco
De forma reiterada, en reuniones con clientes o en formaciones, incidimos en la idea que la Agencia Tributaria ha alcanzado un nivel de excelencia, en lo que se refiere a la lucha contra el fraude o los intentos de detención de malas prácticas por parte de los contribuyentes. Las nuevas tecnologías, como no podía ser de otra forma, también están al alcance de las administraciones y el Big Data, el Business Intelligence, etc., además de las numerosas declaraciones y obligaciones que los contribuyentes y las empresas o entidades de todo tipo tienen que rellenar en plazos cada vez más inmediatos; han convertido a Hacienda en la envidia de toda Europa, aquí somos los primeros...
A modo de ejemplo, desde hace ya varios meses, las empresas constructoras de todo tipo y gremios, están recibiendo requerimientos de información continuos sobre las obras contratadas, presupuestos, materiales, pagos, trabajadores, etc. con el único objeto de valorar dichas obras o reformas, y cotejar dichos importes con la capacidad de pago del contribuyente con los rendimientos que declara.
Sin embargo, esta semana, he leído dos noticias que no hacen más que reiterar la presión fiscal a la que están sometidas las pequeñas empresas y autónomos, y por ende los asesores que tratamos de ayudarles a que cumplan con sus obligaciones, no a otras cosas. En primer lugar, esta noticia de "Emprendedores" https://bit.ly/3Lk2sfX que indica que España comenzará a utilizar un sistema que premiará o beneficiará de alguna forma, aún por definir, a particulares y empresas que ayuden a detectar el fraude. En resumen, utilizar como "chivatos" a los contribuyentes a cambio de algún tipo de beneficio para detectar actuaciones fraudulentas.
También, en "El Economista" https://bit.ly/3Dbft8A justo hoy publicaba la nueva campaña de AEAT que realizará para "avisar" a las empresas de posibles inconsistencias entre sus declaraciones, y los datos declarados por otras empresas de su sector o tamaño. Estas actuaciones no son nuevas. Por ejemplo, desde hace varios años, la Agencia Tributaria remite a establecimientos de hostelería cartas indicando que los rendimientos declarados son notablemente inferiores a los de otros establecimientos de similares condiciones. O por ejemplo, otro tipo de comunicaciones en el que hacienda hace un sumatorio de cualquier tipo de ingreso que un contribuyente realice en sus cuentas (nóminas, premios, alquileres, ventas; cualquiera) y la suma de los rendimientos declarados en su IRPF sin discernir en que muchos pueden ser traspasos entre cuentas, pero "avisa". O más recientemente, en el que actuarios de AEAT se han paseado por numerosas carnicerías para una toma de datos sobre los rendimientos y escandallos de cerdos, terneras y corderos; para detectar si el importe de venta declarado por el ganadero, es real.
Por último, indicar que ya se está trabajando en Territorio Común para implantar en 2024 un sistema al denominado Ticket Bai ya operativo en las Diputaciones Forales Vascas, en el que se declaran en tiempo real cualquier tipo de venta e ingreso de bares, comercios, etc.; simplificando, pero también teniendo un control absoluto sobre las ventas diarias de cada establecimiento.
Todas estas actuaciones, lejos de parecernos mal, conllevan un evidente objetivo de minimizar el fraude fiscal y hacer crecer la solidaridad entre clientes, pero en ocasiones, ocasionan una carga de trabajo burocrática, además de un malestar e incertidumbre notable entre los contribuyentes, y también, entre los asesores.
